
Dice Gregorio Luri, maestro, como le gusta autodefinirse, que -el exceso de- la información disponible en la actualidad es contraproducente para el desarrollo del conocimiento.
Luri ve como principal factor limitante la capacidad de atención, que está permanentemente puesta a prueba por un sinfín de distracciones a nuestro alcance.
También afirma que la información tiende a perder valor, por su apabullante abundancia, (Luri utiliza el símil económico). Y pone el acento en la selección correcta de esa información, que esta sí, ganará valor.
No podemos estar más de acuerdo con él; de forma creciente estamos sometidos a un volumen de información tal que a menudo resulta bloqueante. Podríamos estar todo el día preguntándonos : ¿qué voy a leer/ver? ¿o estudiar? ¿de qué fuente? ¿dónde? ¿cómo, en qué formato?… Antes uno accedía a una biblioteca o librería, o elegía una escuela o universidad entre opciones más o menos limitadas. Hoy, para cada una de las cuestiones anteriores, podemos elegir entre decenas, miles o millones de opciones.
Y ahí es donde radica la importancia de la selección. La clave serán los criterios que utilicemos a la hora de seleccionar la información. También deberemos aprender a asumir que la elección implica renuncia al resto de las opciones disponibles, difícil de gestionar para muchas personas, que ponen demasiado foco en lo que les falta, lo que no tienen. Craso error, ¡te falta casi todo!. El mundo es demasiado grande para poder abarcarlo individualmente.
Hay que poner foco en nosotros mismos, en elegir lo que queremos, establecer un plan, aplicarlo y conseguirlo.
Y no siempre necesitamos de un criterio sólido de elección; puede ser intrascendente para elegir entre noticias, una lectura de ocio o una película, pero ¿qué pasa con la información que sí es relevante para nuestra formación, para nuestro desarrollo? Si conscientemente decidimos leer o estudiar algo por que pensamos enriquecernos de esa información o conocimiento, ¿acaso no es importante haber realizado una buena selección previa de las fuentes? En base a su calidad, rigor, facilidad de acceso, coste… o cualquier otro criterio que para nosotros sea relevante.
El problema es que la oferta está sumamente controlada y canalizada; tomamos decisiones con una apariencia de autonomía, pero cada vez las opciones disponibles son más dirigidas, así que deberemos hacer un esfuerzo consciente en la selección, para poder llegar de forma eficiente a las fuentes que realmente nos aporten valor y se ajusten a nuestra necesidad real.
La formación y especialmente la continua es y va a ser cada vez más un elemento esencial en un mundo laboral muy cambiante y acelerado. Aunque disponemos de recursos como nunca, en diferentes formatos y precios, deberemos invertir tiempo en hacer una buena selección.
La selección correcta de tu formación sólo puede ser la tuya propia, consciente y meditada. Te proponemos que no olvides incluir el desarrollo de habilidades en ella.